No hay lugar en España en el que desde este pasado lunes no se hable de otra cosa que del apagón que vivimos en la Península Ibérica. Tan inesperado para todos como dañino para comercios y empresas que tuvieron que parar su producción, con la incertidumbre que tenían, y compartían con el resto de los ciudadanos, de cuánto podía durar y, en ese caso, qué hacer.
Que en pleno siglo XXI estemos en la situación que estuvimos este lunes en España, en Aragón, en Teruel y concretamente en nuestra comarca y en nuestro pueblo era poco imaginable hace unos días. No puede ser que en los tiempos que estamos, después de todo lo que se ha hablado de transición justa, de las necesidades de las energías renovables, de la energía tan fundamental, pase lo que pasó. Y yo creo que, desde mi punto de vista, las circunstancias en las que se nos abastece (y en este caso desabastece) de energía es algo que hay que vigilar y seguir muy de cerca, porque este apagón cero no se debería volver a repetir en la vida.
No podemos ser dependientes de Marruecos ni de Francia, de otros países en general, de que nos estén dando energía para que nosotros podamos subsistir y por tanto necesitemos su energía para vivir. Desde luego hay algo que, en mi opinión, no hemos hecho bien y ha sido esa transición justa, que parece que más que justa es injusta, porque vemos cómo nos quedamos sin energía, qué caos se causó concretamente en nuestro territorio cuando hace unos pocos años teníamos la fuente de energía aquí mismo.
Creo que nos hemos adelantado a cerrar sistemas que daban energía y que suponían, en ese caso, protección para evitar este tipo de situaciones de apagón, de que todo se fuera abajo, y la verdad que ahora mismo tengo muchas dudas sobre cuál es la solución. Pero si algo está claro es que una situación así no puede volver a pasar. Hay que tomar medidas y desde luego seguir trabajando para que esto no vuelva a ocurrir y hacer una reflexión sobre el sistema energético que tenemos y el que necesitamos, aunque gusten más o menos.