El Gobierno de Aragón ha anunciado en este inicio de año una segunda fase del ‘Programa 700’ para el impulso a la vivienda en el mundo rural. Otros diez millones de euros -la misma cifra que en la primera fase- se destinarán a ayudar a los ayuntamientos para dotar a los municipios de viviendas municipales que se alquilarán a precios asequibles. Un total de 171 pueblos, todos ellos de menos de 3.000 habitantes, podrán optar a la ayuda.
Después de años planteando medidas para luchar contra la despoblación, centradas especialmente en las infraestructuras de comunicación y otros servicios, creo que todos hemos llegado a la conclusión de que el principal problema para atraer gente al mundo rural es la vivienda. Pueden llegar empresas, tener unos servicios sanitarios o de educación más que dignos, unas amplias y cuidadas carreteras, pero nada de eso sirve si alguien quiere vivir en esos pueblos y no encuentra una casa.
Es imposible fijar población si a la gente no le damos una solución habitacional y, desgraciadamente, eso ahora mismo depende de las administraciones. Con poco stock de viviendas en los municipios y con una mentalidad que nos lleva a no desprendernos de «la casa del pueblo», aunque esta se caiga a pedazos, obliga a las administraciones a dar un paso al frente y liderar la construcción y rehabilitación de viviendas. Solo así atraeremos a nuevos pobladores y permitiremos que, por ejemplo, los jóvenes se independicen sin tener que salir de sus localidades. Allí ha sido donde han crecido y donde quieren vivir, pero siempre que tengan un techo digno.
No estaría de más que, ahora que en España, por fin, se ha abierto el debate sobre la vivienda y los precios desorbitados que hacen inhabitables las grandes ciudades, todas las administraciones, y no solo las más cercanas a los ciudadanos, se planteen dar una solución «para todos». Que se controle el precio de los alquileres en Madrid o Barcelona está muy bien, aunque a la vez también se debe mirar hacia el mundo rural para solucionar un problema que no es de precio, pero sí de escasez de infraestructuras. Porque no podemos olvidar que es prácticamente impensable que ninguna familia decida apostar por instalarse en un municipio si ni siquiera puede contar con un bien de primera necesidad como es la vivienda.